Premio Bienal de Literatura
del Estado Bolívar.
SOLASOMBRO
Entre la nostalgia de sol y sombra
la curvadura de mi corazón
se inclina hacia esta tierra.
Mi cuerpo se deja llevar por su llamado,
retoza entre la hierba.
Mordizqueo los brotes tiernos.
Resumo la gota de rocío entre mis ojos,
respiro el fruto en su punto maduro de miel y azahar
y lo demás es silencio.
ESPEJISMO
Regresas a mí
como la nube de agua
en el centro del desierto.
Tú alimentas el revuelo de esperanzas y sueños
con tu profunda carga de frescura.
VISION
La celebración comienza
el copal se expande
y nos envuelve
junto al aroma del cacao y la vainilla.
El licor ritual
amargo y fermentado
purifica las heridas
limpia rostro y alma.
Conjuradas las fuerzas
hemos florecido.
Somos la nueva piedra.
ZAMURO
Estira las alas
y el reflejo del sol lo metaliza
toma altura para esta última vuelta
y se deja caer
abajo en el tierrero
apenas perceptible
un animal respira su último momento.
VIAJE
Relampaguea
entre las hojas ya marchitas.
Por un instante
corre hacia lo alto
y resbala entre los pliegues del silencio.
Balance de luz y sombra
lágrima luminosa:
gota de rocío.
CORAZON DE OBSIDIANA
Todo vuelve a detenerse
el sol se sumerge en el río
para surgir purificado de sus aguas.
Así, mi corazón
sumergido en el paisaje.
Puedes verlo
amarrado en la corriente
puro como la obsidiana.
Al alcance de los vientos
y de los treinta y dos rumbos
en que se desflora el horizonte.
LUNA
Renace
como la niebla
sobre ciénagas infinitas.
Mancha de tiza
en el cielo.
LA BANDADA
La bandada trenza su vuelo
de círculos elásticos
sobre tejados aún húmedos
por el perfume tierno de la tarde.
Giran,
torbellinos desiertos
amparados por el escudo de una lluvia
metálica y serena.
Se abre el compás de la noche
y la bandada se desplaza.
Queda sólo un ligero temblor
en la superficie del cielo.
SOLO EL CANTO DE LA PERMANENCIA
La tierra cruje,
se desnuda
y el paisaje aflora.
Aquí nadie se va,
nadie se queda.
Sólo el canto resuena.
AUTANA
Más allá de la vuelta final del río,
detrás del vuelo de la última garza,
me pierdo del lado adentro de la montaña sagrada.
La eternidad se respira al vuelo,
se vive su misterio.
En medio del esplendor vegetal,
el recogimiento.
Aquí terminan las preguntas
comienzan los caminos.
DESIERTO
El paisaje
blanco y amarillo
a través del relumbre.
La aridez lo quema por dentro
como un remordimiento.
AMAZONIA
Apenas queda un recuerdo de sombra.
El reflejo del río
pacta con el sueño
en un abrazo de selva y sol.
La vegetación lujuriosa
nos seduce,
se nos entrega
y luego nos traiciona.
CANCION
Los dioses regresarán por una rendija.
En un relumbre
se dejarán llegar,
como la risa
que nos toma por sorpresa.
Surgirán caudalosos desde las entrañas de la tierra.
Los dioses nos acunarán con el silencio.
Nos regresarán las ensoñaciones.
Y volveremos a esconder bajo nuestra piel
la fuerza de la creciente.
ATAVISMO
Será mejor quedarme,
ya no tengo regreso.
Mi corazón resuena
Como tonada de piedritas cayendo en el vacío si me alejo.
Por el canto del Piapoco,
mi corazón queda entramado a este paisaje.
CREPUSCULO
Veo llegar la caída del día
como una hoja atormentada
crujiendo a mis pies.
Agazapadas entre los árboles
algunas briznas de luz
se distribuyen con habilidad
entre los pájaros
para ir más allá de las montañas
como un antiguo lamento.
ESPEJO DE AGUA
El reflejo no sabe de mi transparencia,
del soleado tamiz
de mi sombra fresca
cuando despunta
en competencia con el día
y en un salto quebradizo
regresa en la noche
con un crepitar de llamarada.
El reflejo no sabe de mi transparencia
La semilla resguardada por mí
Aflora entre mis ojos
Y renace como salto entre las lajas.
Con mi canto florezco
Mecida en mi hamaca
Sólo el reflejo me enceguece
Pasa a mi lado
Blanco sobre blanco
Silencioso novio que me ronda.
CURARE
En la densidad de la sombra
mis pasos se filtran entre las hojas
quiebro una rama
una bandada de patos salvajes
remonta vuelo en estampida.
y la cerbatana respira a mi lado
exhalando su aliento de muerte.
POZO
El agua acurrucada,
sorda al rumor
que la piedra desprendida en el barranco
repite varias veces como una queja.
El sonido anida entre extraños cantos,
acordes lejanos que no han resuelto su viaje.
El agua sonámbula se traga el sonido
y de pronto sólo el silencio se desborda
en la quietud donde reposa el agua,
el agua dormida.
ARAGUANEY
En la extensión verde
un fogonazo amarillo
el araguaney resplandece en pleno mediodía.
Bajo su sombra varios corocoros
se alzan rozando el borde afilado de la rivera
levantando un revuelo de fuego.
PALO DE AGUA
El río se metaliza frente a la tormenta.
Las gotas revientan en su superficie
que se ha vuelto de bronce.
El río se encabrita,
el viento le da forma,
lo encrespa y azuza
como a un animal acosado
para después hacerlo reventar contra las lajas.
Pero la tormenta pasa
con sus aspavientos
y sólo el río,
eterno, permanece.
TROPICALIA
El relámpago anuncia
Agua
Y se encamina múltiple la lluvia
Se abre paso en su cuerpo el aliento del trueno
Mientras el relámpago desbocado
Se encabrita
Hasta perderse en lo profundo del cielo.
I
El viento atraviesa
contracorriente los raudales
y arrastra consigo
el sonoro quejido del agua
que se expande en la noche
cuando se acopla con él.
II
El paisaje
A través de mí
Renace en mi sangre vegetal
Escarba mi herida abierta
Me invade y ciega
Me asalta de improviso
Con su fugacidad de centella
III
Nunca el silencio
enmascaró tantos nombres
Tan secretos
Musitados suavemente por la selva
IV
La ropa secándose en la laja
Mis pasos descalzos
Desmenuzados en la piedra
Envuelta en el vapor del medio día
Secándome por dentro
V
En la noche de la selva
El miedo ronda
Abre su boca de caimán
Tendido en el caño
A la espera
El corazón aletea
Y escapa de su trampa
Como una estampida
VI
Estoy velando mi silencio
Arrancándome la soledad.
Abandono mi cuerpo sobre la laja
Lo veo a lo lejos
Resquebrajado
Las palabras se secaron en mi boca
Los sonidos se hicieron transparentes
Escogieron nuevos cambios
Se abrieron caudalosos
Por eso el pálpito
Subiendo de los pies a la cabeza
Cuando desemboca en mí
la fuerza mágica de los elementos.
MACONDIANA
La lluvia perezosa
se eterniza en mi ventana.
Truena en el zinc,
lava el paisaje
La lluvia abre una zanja en mi corazón
y renace mi nostalgia
como un nuevo brote en el verano.
DORADO
Aquí reposan los vencidos,
aquellos que con ojos de luciérnaga
enfrentaron las tormentas
y elevaron sacrificios
pero se dejaron despedazar
por los falsos nuevos dioses.
Aquí los Caribes,
los Timotocuicas,
los Maquiritares,
se mezclan y hermanan
en un mismo río de sangre con los conquistadores,
aquellos quienes llagados por la soledad,
enfebrecidos por la codicia,
sucumbieron bajo el peso de tantas historias fabulosas.
Pero hoy
al crujír como astilla
los restos confundidos de sus huesos,
les queda el vértigo de ser
una sóla carne
amasada al abrigo de los sueños.
II
Afuera el sol como un disparo
sobre la extensión verde
Adentro el calor nos estremece
entre las paredes
y el techo de latón.
Tres niños con sonrisas descalzas
refrescan la esperanza,
juegan con latas vacías
y edifican un palacio
sobre un viejo jergón de resortes.
Una gota de sudor
me resbala
y cae sobre el pedazo de casabe
mezclándose junto al sabor ácido y correoso de la miseria.
III
En el corazón del Caroní
anidan las chalanas buscadoras de oro.
Flotan indolentes,
quietas sobre el lomo del río
como zamuros a la espectativa.
Y en el fondo
los buzos con su manto de arena
envueltos por sueños a tientas.
El agua es propicia a la nostalgia,
y les acuna un mirar náufrago,
porque en lo profundo del río
la soledad es más oscura
y la riqueza aparente.
Dentro de la escafandra de alguno
se esconden las marcas
que señalan antigüos dueños,
tres cruces: tres muertes,
pero la muerte es contínua compañera en estas tierras.
IV
Se entrelazan el esplendor y el abandono
en esta zona en tránsito al pronto olvido.
Pueblos huérfanos,
carcomidos de tristeza,
habitados por remolinos de antiguas vivencias.
El sueño de encontrar la veta
se repite como un conjuro
en cada pueblo nuevo:
apenas un grupo indefinido de ranchos,
un bar,
un prostíbulo,
construidos en una noche
entre la fiebre del oro y la malaria.
Mientras
en la mina y la miseria
los hombres se mueven entre sueños
al compás de la suruca
y los steel band.
En esta tierra de alucinaciones
El Dorado renace de sus cenizas con más fuerza que nunca.
FUEGOS DE ARTIFICIO
Se impone el regreso
contaminarme de ciudad,
transitar de nuevo entre sus alucinaciones,
sus fuegos de artificio.
Mis raices se han afianzado en otro suelo
y mi cuerpo se nutre de los elementos,
primitivo y libre,
crece como una nueva marea.
Mi cuerpo es luna creciente
que eclipsa resplandores.
CITY TOUR
Vuelvo a la ciudad
para ratificar mi desencuentro.
Entre la marcha forzada
del tráfico
al horario de oficina.
Desadaptada
en la jungla de concreto,
solitaria en el centro de la marejada humana.
Me refugio en mi paisaje interior
y desenfreno mi carrera.
Sabiéndome rayo seco
fuera de tormenta
atravesando el cielo sin destino aparente.
NOCTAMBULA
La luna
con su figura de ahorcado
suspendida en el misterio,
se lleva el sabor
de lo nunca acontecido.
Sorda, muda, ciega,
encerrada en esta cárcel
de rejas abiertas.
PAJAROS
Quisiera amar como los pájaros
con las estrellas
saturando la noche
dentro de sus cuerpos.
METAMORFOSIS
Los sonidos
repican en mi sien
con áspero latido
los colores
se trenzaron alrededor de mi cuerpo
con aromas
del verde tierno
El paisaje respira
por mi herida abierta.
SIEMBRA
Con los ojos empapados de tierra llegué
con un sólo soplo de lluvia
para nombrar repetidamente tu nombre.
Pero luego se me volvió semilla
y en ese momento lo esparcí
con la complicidad de los vientos.
PALISANDRO
Sobre la hierba húmeda
el ramaje de mi cuerpo
se prolonga en el tuyo.
Nuestros miembros
se multiplican como nuevos brotes.
El deseo artesano
va tornando nuestros extremos entrantes o salientes.
Te pierdes en mi follaje,
me nutro de tu sabia.
Envueltos bajo el destello amoroso del palisandro.
CAMPO TRAVIESA
Yo nunca supe de caballos,
del trote nervioso
de estrellas y relámpagos,
de sus miradas en fuga
anidadas entre pastos,
de sus sentimientos recogidos
en las riendas.
Pero desde mi abrazo de concreto
puedo percibir ese andar
galope tendido,
cielo abierto,
ese andar en sueños.
- Date cuenta -
A pesar de tantos años
entre edificios y avenidas
extrañamente
me reconozco:
Levanto y sacudo mi cabeza
para otear el horizonte
y presiento el galopar
de sus cascos frescos de tierra
aquí dentro,
cuando mi corazón
esgrime su crin
en secreta alianza con el viento.